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Darse el tiempo necesario para escucharse frente al terapeuta, escudriñar el pasado, confrontar el presente, resolver el conflicto aquí y ahora, y con ello darle rumbo a la propia vida, en definitiva, es la manera más atrevida y arriesgada de amarse. Porque te atreves a salirte de la vorágine del conflicto de forma sana y con ello mejorar tu calidad de vida (aunque todos los días lo hagamos).
¿Por qué no te arriesgas a aprender a ser feliz y a disfrutar tu propia vida en plenitud?
